El dengue está trepando a sus picos más altos en las últimas semanas, con características pandémicas.
En el país se está sintiendo con fuerza este impacto agresivo del virus, especialmente entre la población infantil.
Hospitales y clínicas están reportando una demanda inusual de camas para atender a pacientes enfebrecidos y adoloridos.
El dengue que está prevaleciendo en estos días es el del serotipo 3, casi el mismo que, unos veinte años atrás, causó gran mortandad en el país.
Se le llamaba el “virus Kosovo”, en alusión a la mortífera guerra entre serbios y kosovares, que desencadenó un extraordinario éxodo de víctimas del conflicto, enfermas o contaminadas, hacia distintas regiones del mundo.
Esta vez, el brote que se registra en muchos países latinoamericanos se atribuye al fenómeno atmosférico de La Niña, que ha alterado todos los patrones de lluvia y estaciones climáticas.
Las formas de prevenirlo son mediante la oportuna y amplia eliminación de los criaderos donde se incuban las larvas del mosquito vector, la fumigación de espacios abiertos y hasta cerrados, y la adopción de medidas protectoras, como mosquiteros e insecticidas en los hogares.
Procede entonces intensificar las tareas de fumigación, descacharrización y eliminación de recipientes de agua almacenada al aire libre, que ya puso en marcha el Ministerio de Salud Pública a nivel nacional.
En esta lucha preventiva y combativa, los ayuntamientos, los ciudadanos y todas las entidades públicas y civiles, deben participar activamente.
Porque es la salud y la vida de mucha gente la que está expuesta, seriamente, en este ciclo pandémico del dengue, que se une a otras amenazas vírales igualmente peligrosas.
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