El destacado intelectual y abogado santiaguero José Luis Taveras escribió en su columna en Diario Libre el artículo “Luis/presente, Leonel/pasado…” en el que resalta la oportunidad del presidente Luis Abinader de realizar una gestión de gobierno de ensueño, memorable.
Refiere el columnista que nos regala cada jueves un manojo de brillante prosa que “una elección por el presente conlleva la convicción de que Abinader no ha agotado todavía toda su capacidad para gobernar y merece otra oportunidad”.
Y así es.
Sin entrar en detalles de lo que le corresponderá delinear a él como nuevas propuestas de campaña, si el presidente Abinader decidiera darle continuidad a sus políticas de buena gobernanza, podemos seguir el curso de sus énfasis en este primer gobierno.
Consolidación de la independencia y separación de los poderes públicos, de donde emana la seguridad jurídica que garantiza las libertades y derechos ciudadanos vigentes en un régimen democrático.
De esa separación proviene el funcionamiento judicial capaz de administrar justicia y de que la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas cumplan con eficacia sus obligaciones de asegurar orden, paz, seguridad a la ciudadanía y protección plena a la soberanía nacional.
Concertación de efectivas estrategias de educación, salud y seguridad social en el entendido de que sin equidad social no hay desarrollo de los pueblos.
Completar la instalación de un sistema nacional de provisión de agua y deposición de aguas residuales y desechos sólidos, que junto a la recuperación y defensa de las cuencas y fuentes hídricas y zonas reservadas de la foresta son bases de un sano medio ambiente.
Acciones para ampliar y profundizar la equidad social, que sustituyan el grave régimen de desigualdad y justicia social heredado y dar un gran salto en la erradicación de la pobreza y la indigencia.
Modernizar, hacer más pequeño, pero más eficiente al gobierno, y continuar adoptando medidas que profundicen el control hasta erradicar la corrupción administrativa, que tanto ha robado los fondos públicos y deteriorado la mentalidad de los dominicanos.
Continuaría descentralizando el poder, dando más fortaleza a los gobiernos locales y distribuyendo por todo el país, como hasta ahora, la inversión social y de infraestructura.
Continuar respaldando la liberación de todas las potencialidades de nuestras fuerzas productivas y su gran capacidad de crear capitales y riqueza social.
Llevaría las finanzas públicas a un saneamiento total, para que puedan servir al desarrollo integral de nuestro pueblo.
Continuaría la transformación iniciada del sistema de transporte colectivo y relanzaría todo ordenamiento del tránsito urbano e interurbano.
Junto con toda la deuda social y el fallido sistema de servicios públicos heredado, y de los grandes déficits estructurales que arrastra de viejo nuestra sociedad, hay algunos asuntos que son generadores fundamentales de la desigualdad y el atraso, que son transversales y que constituyen parte de la base de todos los males que padecemos hoy.
Son males que un país democrático como es el nuestro puede dejar atrás iniciando un proceso de desarrollo sostenible, que nos relance como potencia a nivel del Caribe y Centroamérica.
Luis encontró al llegar al gobierno un tropel de deficiencias estructurales la mayoría de las cuales no pueden ser resueltas, ni siquiera iniciada su solución de fondo en un período de apenas 4 años, menos en 3, por las que lo mantienen en el paredón la oposición PLD-FUPU y sus ecos mediáticos.
Por eso un segundo y merecido gobierno de Abinader, estoy de acuerdo con Taveras, devendría en una administración de ensueño, de la que se me han ocurrido apenas algunas ideas.
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