Por Águeda Ramírez de Rodríguez.
De un artículo publicado por Armario Libre y reproducido por Campesino Digital, extraemos un resumen acerca de un exitoso negocio, el cual se inició en el municipio de Enriquillo en nuestra costa sur, pequeño poblado costero enclavado en la Sierra de Bahoruco. En la actualidad, la farmacia y el supermercado Ana Isabel propiedad del señor Gosub H. Elías, están ubicados en la calle Padre Billini esquina Anacaona en esta ciudad de Barahona, en terrenos comprados a don Pablo Juan Toral, y la Tienda Nasub en la calle Dr. José Francisco Peña Gómez, frente a la sucursal Barahona del Banco de Reservas de la República Dominicana, desde hace diez años.
Cuenta don Gosub que, como oficial del ejército
libanés la vida le resultaba muy difícil, ya que no le gustaba la guerra y estaba en ella porque era obligatoria. Fue entonces cuando decidió emigrar hacia América, contando con la ayuda de familiares residentes aquí, los Melgen, quienes ya habían traído a algunos de sus hermanos. Uno de esos hermanos le envió una visa a la República Libanesa, su lugar de origen, donde le fue autorizado salir del país, debiendo regresar en tres meses, aunque le otorgaron un carnet de reserva por diez años. El primer día de abril del 1964 arribó a la República Dominicana, siendo recibido en la capital del país por los Melgen, y al día siguiente traído a Barahona, donde fue acogido como a uno de sus hijos.
libanés la vida le resultaba muy difícil, ya que no le gustaba la guerra y estaba en ella porque era obligatoria. Fue entonces cuando decidió emigrar hacia América, contando con la ayuda de familiares residentes aquí, los Melgen, quienes ya habían traído a algunos de sus hermanos. Uno de esos hermanos le envió una visa a la República Libanesa, su lugar de origen, donde le fue autorizado salir del país, debiendo regresar en tres meses, aunque le otorgaron un carnet de reserva por diez años. El primer día de abril del 1964 arribó a la República Dominicana, siendo recibido en la capital del país por los Melgen, y al día siguiente traído a Barahona, donde fue acogido como a uno de sus hijos.
Según narra el autor del citado artículo, don Gosub admite que no le gustó el aspecto de Barahona por ver tanta pobreza, pero que la gente le pareció buena y relata que al cumplir la edad de 24 años en 1965, su hermano Dorguim compró una camioneta y lo envió con el vendedor a los campos a vender zapatos y ropa, que del español conocía dos o tres palabras, pero le fue gustando el negocio en el cual la tijera para cortar la tela era los dientes y las medidas eran los brazos. No conforme con el resultado, pidió a su hermano el pasaje para regresar a su país y uno de sus tíos, el padre del Dr. Faroche Melgen, le dijo que buscara un campo donde trabajar, ofreciéndole ayudarlo, y fue cuando asumió a Enriquillo como su pueblo, donde comenzó a negociar con 5,000 pesos, ″pero que fue suficiente para hoy sentirse orgulloso de su decisión final y gritarle al mundo que esa comunidad y Barahona, son los mejores lugares para vivir″.
Refiere don Gosub que para aquella época no gastaba ni un centavo, que no se tomaba ni un refresco y que era muy tacaño, lo cual ya no es, al tiempo que reconoce que el desarrollo de cualquier comerciante está en que le guste lo que hace. Manifiesta que, a los tres años, pasó inventario y ya tenía RD$20 mil en el negocio, siendo sus mejores clientes los empleados del Consorcio Algodonero Dominicano, empresa estatal propiedad de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales, a la que todos llamaban La Algodonera, más la pesca, de la cual dice era muy fuerte en la zona.
Recuerda que otros dos negocios en Enriquillo vendían tenis Paseo y Campeón a RD$5.00 y él los vendía a RD$3.00, por lo que la popularidad del calzado y el precio que tenía para sus clientes le dieron fama de vender barato lo que, afirma, fue suficiente para seguir creciendo. En esa misma fecha se enamoró de Martha Terrero Vidal, quien estudiaba farmacia en la universidad en Santo Domingo, y cuando terminó sus estudios, instalaron un establecimiento comercial en Enriquillo.
“Teníamos la tienda y la farmacia en un solo local. Martha era la doctora, no había médico en aquel tiempo, ella recetaba y con la bendición de Dios, tenía buena mano.Curaba a la gente, por lo que llegaban desde Oviedo, Chene y Paraíso, tocaban la puerta a las dos y las tres de la mañana y yo me levantaba sin importar la hora hasta para vender una aspirina”, precisa. Con doña Martha procreó cuatro hijos, tres mujeres y un hombre, quienes les han dado ocho nietos.
Luego de 18 años viviendo y negociando en Enriquillo, pensó mudarse a Santo Domingo, para darles a sus hijas una mejor educación, cuando el primo Faroche le propuso venderle su farmacia, la cual compró y le fue bien. Recuerda que a los clientes les faltaban muchas veces 10, 15, 75 centavos y hasta un peso, pero despachaba la mercancía, lo que le fue dando cierta popularidad entre la población.
Hoy cuenta con la farmacia, el supermercado y una tienda de ropa. Un hotel instalado en 1987 tuvo que cerrarlo en 2015 por falta de parqueo para los clientes. En su conjunto, esos tres negocios cuentan con 40 empleados, y aquél que inició en un campo de Barahona, en una casa alquilada, ha parido tanto que hacen a este emigrante del Líbano, uno de los hombres más queridos del pueblo, querido y apreciado por los barahoneros, quien dice sentirse ″igualito al que comenzó a trabajar con RD$5,000.00 en mercancía vieja en Enriquillo. ″La cuenta en el banco no es mía, es de los vendedores a quienes hay que pagar todas las semanas y a veces sobra RD$100,000; RD$50,000, el beneficio de uno se queda adentro en mercancía, es muy difícil sacar millones de pesos de estos negocios, te quiebras”, asegura.
“Un comerciante tiene que servir y cuando tú sirves, te ganas la simpatía del pueblo, el pueblo te quiere; la población te conoce a ti, y el mismo público, si le sirves bien, es quien te hace la propaganda”, dice seguro de su rol en la sociedad.
Narra que cuando llegaron a Barahona alquilaron una casa, pero que luego compraron un solar y construyeron, pero que al irles tan bien, desistieron de mudarse a Santo Domingo y prefirieron enviar a sus hijas con sus abuelos maternos, en un apartamento que compraron a través de un préstamo a la Asociación Barahona de Ahorros y Préstamos para la Vivienda. Las muchachas estudiaron y se casaron en Santo Domingo y les propusieron vivir en la gran ciudad, a lo que se negó, aduciendo que es barahonero, está en Barahona y su pueblo es Barahona.
Gosub se define como un barahonero de pura cepa, tan barahonero, que ya compró la tierra en el camposanto donde deberán llevarlo a descansar en su última morada.
Por su contribución a la ciudad de Barahona, el señor Gosub H. Elías ha sido reconocido por el Ayuntamiento de Barahona y por el Club Sirio Libanés de Santo Domingo.
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